Campodónico: una
pasión de 20 años, vestida con 19 camisetas
El delantero jugará su temporada final en Talleres (RE), a
los 39; toda una carrera de aquí para allá
Cuando se le pregunta si sabe cuál es uno de los futbolistas
que lo supera en cantidad de equipos, arriesga dos nombres: primero el de
Silvio Carrario (14 clubes), y después acierta con el de Adrián Czornomaz (20).
Más allá de su trashumante vida de futbolista, Campodónico
siente que sus raíces están en Temperley, club en el que se formó y en el que
no pudo debutar a principios de los 90 por la quiebra con cierre que sufrió el
Gasolero. Se fue, empezó un largo recorrido, hasta que volvió y en los dos
últimos años se sacó el gusto de jugar en Temperley.
-¿Por qué seguís jugando a los 39 años?
-Porque tengo la necesidad de jugar, por vocación, es mi
pasión, sin importarme la categoría. Porque me gusta levantarme temprano,
llegar dos horas antes para tomar mate con mis compañeros, entrenarme. Todavía
no caí que falta muy poco para que me retire. Había dicho que dejaba el año
pasado, en Temperley, el club donde empecé y del cual soy hincha. Era como que
se cerraba el círculo. Pero en las vacaciones no dejaba de pensar qué iba a
hacer si no jugaba más. Me sentía bien físicamente. Salió esta oportunidad de
Talleres y le di para adelante, también había algunas posibilidades de equipos
del interior para el Argentino A y B, pero mis hijos ya están grandes y otra
vez movilizar a toda la familia era una incomodidad. Soy un enamorado del
fútbol. Esta pretemporada no me costó. Un año más y ahí sí, creo que ya está.
Con 40 doy las hurras. Y si no me retiro, me retiran mi señora y mis hijos.
-¿Hay una razón por la cual cambiaste tanto de club?
-No, se fue dando así. Salían ofrecimientos que me parecían
mejores a los del lugar donde estaba. Muchos me marcan que no me quedé en los
cuatro clubes que conseguí el ascenso a primera. A veces no compartía el
proyecto del técnico; en otras, el motivo era económico, como en San Martín de
Tucumán, donde querían que siguiéramos ganando casi lo mismo que en la B Nacional. No se nos
quiso reconocer nada. Y surgió una mejor oferta de Cerro Porteño de Paraguay.
De All Boys, después de ascender en Rosario ante Central, me fui porque tenía
la obsesión de volver a Belgrano, le tengo un cariño especial. Yo era 100 por
ciento hincha de Temperley. Y ahora soy 50 y 50 con Belgrano. Al menos los dos
son celeste.
-Algunos pensarán que te hiciste de un buen dinero con
tantas transferencias.
-Eso puede pasar en primera, pero yo me considero un jugador
de ascenso, si bien tuve la suerte de estar bastante en primera. Y en el
ascenso vas por el sueldo, no hay grandes primas.
-¿Y cuándo surge el apodo de Talismán?
-Después del ascenso con All Boys. En total fueron cuatro
ascensos, dos con Belgrano, en cinco años.
-¿Te arrepentís de haberte ido de algún club?
-De San Martín de Tucumán. Había sido goleador, hice los dos
del ascenso contra Chacarita. Pero me molestó la falta de reconocimiento
económico. Pensé, voy a Cerro Porteño, un club importante, juego la Copa Libertadores.
Pero la experiencia no fue buena. No me trataron bien. Ahí no debí haber ido.
Debí quedarme en Tucumán por la misma plata que me pagaban.
-En septiembre se cumplen 20 años de tu debut en primera, un
0-0 entre Banfield y River. ¿Qué te acordás?
-Que me temblaban las piernas y me quedaban los botines
grandes. Ese día había llovido y yo tenía botines de tapones bajos. Me
prestaron unos de tapones altos a los que les tuve que poner algodón en la
puntera para rellenarlos. Entré en el segundo tiempo, jugué veintipico de
minutos... No... bien... Un poco de miedo de entrada, pero cuando empezás a
jugar te soltás. Era el River de Passarella que venía de salir campeón. Estaban
Goycochea, Hernán Díaz, Corti, Astrada, Ortega, Gallardo, Silvani, Medina
Bello, Altamirano. Los retiré a todos, ja.
-¿Y qué tenés pensado para cuando te retirés?
-Me gustaría empezar un curso de manager, de coordinador
general de fútbol, todo lo referente a contrataciones, pretemporada, viajes.
-¿Cómo es a estas alturas de tu carrera jugar con chicos a
los que les llevás 20 años?
-Es raro y lindo al mismo tiempo. Me me gusta aconsejarlos,
hablarles para que no repitan los errores que uno cometió a esa edad. Que no
tengan que llegar a grande para darse cuenta de lo que hicieron mal.
-Igual, esta generación de jóvenes vive una época muy
diferente a la tuya.
-Sí, el respeto a los más grandes y experimentados era otro.
Yo me acuerdo que llegábamos al vestuario y le cebábamos mate a los más
grandes, a Comizzo, Yaya Rossi, Cozzoni, Oscar Acosta. No metíamos un bocadillo
en el vestuario. Ellos hablaban, se reían, bailaban, cantaban. Nosotros ahí,
mirábamos, a veces pensábamos "estos son unos dictadores". Pero no,
nos dábamos cuenta de que enseñaban, de que cuando tenían que pelear algo por
vos con los dirigentes, lo hacían, de que cuando faltaba algo, lo conseguían.
Ponían la cara ante los dirigentes. Nosotros les respondíamos entrenando al 100
por ciento y ayudando en lo que podíamos.
-¿Y ahora?
-Cambió todo. Antes había una escala de autoridad más
definida. Ahora viene un chico de 17 años y te carga. Te dice "qué hacés
viejo". Aunque sea de manera respetuosa, se atreven a hacer bromas. Antes
eso era imposible, el grande te hacía echar del club. O tirarle un caño a un
veterano en un entrenamiento, o picársela al arquero. Olvidate... era
imposible. Te decían de todo y a la jugada siguiente te cruzaban fuerte. No sé
si aquello estaba bien, pero sí que era distinto a lo actual.
-Y en cuanto a lo futbolístico, cómo es competir con o
contra los más jóvenes?
-Uno lo equipara con la experiencia. Físicamente, está claro
que los chicos son más rápido que uno. Pero una jugada que ellos definen en
tres o cuatro toques, yo lo hago con uno o dos. Yo recibo la pelota y pienso en
tres opciones para descargar. Tengo otro panorama. Con el tiempo vas cambiando
la forma de jugar. Me gusta tirarme un poco atrás para sacar un defensor y
crear espacios. Por ejemplo, en uno de los entrenamientos metí tres pases de
gol. Quince años atrás no lo hacía. Ahora trato de jugar a uno, dos toques,
rebotar la pelota y llegar a zona de definición.
En el momento de la producción fotográfica con las camisetas
dentro de la cancha de Temperley, a Campodónico le suena el teléfono celular.
Mira de quién es la llamada entrante y no atiende. Vuelve a sonar a los dos
minutos. Es un dirigente de Formosa, quiere que vaya a jugar por el Argentino
B. ¿Otro camiseta más?, se le pregunta. "No, quedate tranquilo, no va a
haber otra", responde.
19
son los clubes por los que pasó desde su debut en 1994: Banfield,
Platense, San Martín (SJ), Arsenal, El Porvenir, Caracas FC, Aucas (Ecuador),
Deportivo Quito, Gimnasia (J), Jaguares (México), Ferro, Belgrano (dos etapas),
Nueva Chicago, San Martín (T), Cerro Porteño, Aldosivi, All Boys, Temperley y
Talleres (RE).
RECUERDOS DE UNA CARRERA
Balance y repaso, en boca de Campodónico:
Hizo 156 goles
• El más lindo
"Para San Martín de Tucumán, en un 2-0 a Almagro. Fue de
chilena."
• El más valioso
"El segundo para All Boys el día del ascenso ante
Rosario Central en Arroyito."
• Los más tristes
"Jugando para Ferro le hice dos a mi hermano, que
atajaba en Sarmiento. Encima uno fue con un tiro libre en el que la pelota la
metió el viento."
Ascensos
En River, inolvidable
"La noche previa no pudimos dormir. Afuera tiraban bombas
de estruendo, se activaron las alarmas. Estuvimos entre las 4 y las 6 sentados
en el lobby, con un sueño bárbaro. Después jugamos con una bronca bárbara.
Tuvimos que esperar cuatro horas para salir del Monumental. Cuando terminó el
partido e íbamos para el vestuario, uno de los chicos de la inferiores recibió
en la cabeza un maderazo, uno de esos listones de los asientos de la platea. Se
lo firmamos todos y se lo llevó de recuerdo."
En Rosario, sorpresivo
"Ganamos 3
a 0, pero podríamos haber hecho cinco. Central tenía un
equipo con muchos chicos, se los veía con temor y miedo por la presión. Nadie
apostaba por All Boys en esa Promoción."
◘ 2006: casi va preso
Rivalidad cordobesa "Con Belgrano hago el gol del
empate. Festejo y desde de la tribuna de Talleres me tiran de todo, les hago
así [el gesto del índice dentro del círculo que forman el índice y el pulgar de
la otra mano]. La foto salió en un diario. El jefe del operativo policial era
hincha de Talleres y me denunció. Me hicieron una causa y me condenaron a ocho
días de prisión, a cumplir con trabajos comunitarios. Apelé. La prisión quedó
en suspenso por un año; si reincidía con alguna contravención, se hacía
efectiva. Me tuve que portar bien, aguantar las provocaciones en la
calle."
SUS TATUAJES
El 9, número que usó en su carrera, junto a las iniciales de
su esposa melina e hijos felipe (12 años) y mía (7). en la pierna tiene a
maradona,quien le firmó arriba de la imagen, y él luego se hizo grabar sobre el
trazo de tinta de la rúbrica del 10.
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