martes, 6 de mayo de 2014

TODO X TEMPERLEY - CRÓNICA DE BARRACAS 0 / TEMPERLEY 0 - 4/5/14

PARA REVISAR MUY SERIAMENTE

Temperley fue superado ampliamente por Barracas Central, que se encontró con la figura monumental de Crivelli, que incluso atajó un pena
 
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En una muy mala actuación, Temperley fue superado ampliamente por Barracas Central, que se encontró con la figura monumental de Crivelli, que incluso atajó un penal, como escollo principal para ganar el partido.

Irreconocible respecto del equipo que le ganó con categoría a Deportivo Morón, esta vez los dirigidos por Ricardo Rezza apenas insinuaron resistencia hasta la mitad del primer tiempo, cuando el local comenzó a superar con facilidad el dibujo que tan buen resultado había dado en el Oeste: Salina delante de la línea de cuatro, y Sambueza, Arregui y Di Lorenzo unos pasos adelante.

Para colmo, sin Luis López, Corado –empeñoso y luchador como siempre- quedó muy aislado arriba, ya que Brandán bajaba a tomar contacto con la pelota que no le llegaba, fundamentalmente porque los volantes celestes no podían armar un buen circuito de corte en el medio, donde Cardoso, el enganche de Barracas, manejaba los hilos del partido a voluntad, para que Abel Soriano y Figueroa hicieran trabajar horas extras a la defensa, y extremar los recursos de un Crivelli sensacional.

El uno de Temperley lució imbatible: descolgó un par de pelotas de los ángulos, achicó varios mano a mano, en otras jugadas se mostró a puro reflejo, siempre para impedir la ventaja local, largamente merecida.

Mientras Barracas tuvo media docena de opciones claras, el Gasolero apenas contó con un par de aproximaciones medianamente peligrosas. Sin olvidar la reaparición de un viejo fantasma: el quedo ante las pelotas aéreas, sobre todo cuando vienen cruzadas. Hubo jugadas en las cuales dos, y hasta tres jugadores locales, cabecearon dentro del área sin mayor oposición.
En la segunda etapa, Barracas intensificó el dominio y Temperley decididamente se limitó a impedir que le convirtieran. Crivelli atajó hasta el viento, Aguirre sacó sobre la línea una pelota que entraba, y en algunas ocasiones la falta de precisión de los jugadores locales impidió la apertura del marcador.

Sobre el final de la etapa, el Cele tuvo dos posibilidades: una corrida de Rojas mal terminada  y un buen disparo de Salina desde afuera, desviado al córner por el arquero Gómez. Fueron las únicas del segundo tiempo contra una docena del local, que incluye un penal magníficamente desviado por Crivelli a Figueroa.

Sería peligrosamente conformista valorar este empate simplemente porque no se perdió. No hubo juego, ni orden, ni aciertos a la hora de cortar en el medio, ni mucho menos peso ofensivo. La defensa se vio obligada a enfrentar durante casi todo el partido a delanteros o mediocampistas rivales que llegaban con pelota dominada.

Desdibujado Sambueza, que no gravitó, y sin peso ofensivo Di Lorenzo, cuesta entender el cambio de Brandán, el único capaz de frotar la lámpara y de poner algo de fútbol entre tanta chatura.
Desconcierta este equipo. Puede jugar pero da la sensación que las directivas son otras: abroquelarse y tirar el contragolpe. Serviría si fuese una opción. Como sistema, está claro que no es el adecuado. Salvador Daniele, con un planteo ofensivamente inteligente, le encontró la vuelta sin demasiados secretos: su equipo hizo circular la pelota, ocupó adecuadamente los espacios y sacó permanentemente de posición a los volantes de Temperley, que nunca hicieron pie.
Estoy convencido que, tarde o temprano, hay mayor posibilidad de ganar jugando que especulando, yendo a buscar que esperando que se produzca un hueco para meter el contragolpe pretendidamente salvador, que pocas veces llega.

Son distintas formas de entender el juego y las discusiones son inagotables. Lo que resulta indiscutible es que, para cada una de las opciones, es necesario tener los músicos adecuados para cada partitura. Cuando se eligen mal los ejecutantes o la partitura no es la adecuada, por lo general se termina dependiendo del azar, que suele dispararse para donde le venga en  gana.

Por Carlos Algeri

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